Enfermedad de Hashimoto-Inflamación de la tiroides

Una enfermedad muy extendida

La tiroiditis de Hashimoto es una de las enfermedades autoinmunes más comunes, que afecta de dos a tres veces más a las mujeres que a los hombres.

En la primera fase de la inflamación de la tiroides de Hashimoto, se puede producir una hiperfunción episódica, debido a una disfunción inflamatoria en el tejido tiroideo subyacente. Por la creciente pérdida de tejido tiroideo funcional, el curso de la enfermedad casi siempre lleva a un hipotiroidismo. En una de cada diez personas de países industrializados, detectamos niveles elevados de anticuerpos que van dirigidos contra el tejido tiroideo en la sangre.

Podemos asumir con seguridad que el control de los genes desempeña un papel esencial (epigenética), especialmente el control indirecto a través de nuestro modo de vida. El estrés y una carencia de micronutrientes (de vitaminas, minerales, oligoelementos, metabolitos secundarios de las plantas, etc.) tienen un efecto nocivo sobre el control de nuestros genes. Numerosos tóxicos ambientales presentes, como los pesticidas de frutas, verduras, vino y los inevitables metales pesados, también son relevantes. Así que nosotros mismos tenemos una influencia muy concreta en la enfermedad y su evolución.

El desencadenante de la inflamación de la tiroides de Hashimoto, suele ser una mala regulación del sistema inmunológico. La parte proinflamatoria de nuestro sistema inmunológico (TH1), llega a un estado de hiperactividad, mientras que la parte antiinflamatoria (TH2) no funciona lo suficiente. Las posibles causas del desequilibrio son el estrés crónico, las enfermedades víricas latentes crónicas, las enfermedades bacterianas raras y, en particular, los tóxicos y contaminantes del medio ambiente.

Causas complejas

En aproximadamente el 70% de nuestros pacientes de Hashimoto podemos detectar un intestino delgado inflamado, el llamado «Leaky Gut». El intestino delgado inflamado («intestino poroso») causado por una mala alimentación - demasiado gluten, demasiada proteína de la leche de vaca, demasiados aditivos alimentarios sintéticos con muy pocas vitaminas y muy poca fibra - permite que las sustancias penetren en la circulación sanguínea; un intestino sano evitaría esa penetración. Estas sustancias pueden dañar directamente la glándula tiroides.

Al mismo tiempo, muchos pacientes de Hashimoto sufren de una insuficiencia corticosuprarrenal en forma de una reducción de la hormona DHEA y un aumento compensatorio de las hormonas de estrés, entre ellas el cortisol, la adrenalina, la noradrenalina y, a menudo, también la dopamina (las denominadas catecolaminas). El restablecimiento de este equilibrio hormonal no debe faltar en ningún tratamiento de Hashimoto.

Aquí, también, vemos que los órganos humanos no trabajan de forma aislada, sino que hay una correlación compleja entre todos los órganos del cuerpo.

La clave de la terapia Hashimoto

Los micronutrientes como vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas, aminoácidos y metabolitos secundarios de las plantas regulan la interconexión de los círculos de regulación entre el cerebro, la sangre y la glándula tiroides. Esto controla la producción y liberación de hormonas y neurotransmisores del metabolismo tiroideo. La ingesta de micronutrientes adecuados es sin duda una de las medidas más importantes y útiles en el tratamiento de la tiroiditis de Hashimoto.

Las mezclas antioxidantes naturales, obtenidas de frutas y verduras han demostrado de ser más eficaces que las mezclas sintéticas, sobre todo para procesos de oxidación, como la neutralización de radicales libres. De hecho, las sustancias micronutritivas naturales tienen efectos antioxidantes 200 veces más fuertes.

Las grasas omega-3 también tienen un efecto antiinflamatorio y pueden reducir la intensidad de la inflamación de Hashimoto.

Una deficiencia del oligoelemento yodo, afecta el metabolismo de la tiroides de forma negativa e incluso puede causar trastornos en el sistema inmunológico. Sin embargo, la sobredosis o las dosis altas de yodo (como en la examinación con medios de contraste, usadas en la radiología) también podrían desencadenar la tiroiditis de Hashimoto.

Aparte del yodo, el oligoelemento selenio desempeña un papel central en la terapia de Hashimoto. El selenio es esencial para el metabolismo de la tiroides. En varios estudios, se han demostrado efectos positivos del selenio (100 a 200 μg selenito de sodio por día) en la tiroiditis autoinmune. Así se pueden reducir los anticuerpos dirigidos contra la peroxidasa tiroidea (autoanticuerpos TPO). En casos de hipotiroidismo, la administración de selenio es una medida fundamental.

La deficiencia de vitamina D también resulta tener un efecto adverso en el caso de inflamación de Hashimoto.

Un producto saludable y natural, que sea rico de micronutrientes, no solo debería contener vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3, sino que también debería contener diversos metabolitos secundarios de las plantas. Los metabolitos secundarios de las plantas como los flavonoides de la uva, el té verde o el brócoli, se caracterizan por una capacidad reductora de las actividades autoinmunes.

La alimentación con Hashimoto

Usted debe comer la menor cantidad posible de carbohidratos (menos pan, menos pasta y arroz), pero más verdura y fruta (azúcar y ácido). Hay demasiados alimentos a base de cereales, especialmente a base de trigo, que promueven la inflamación y perturban el equilibrio de los ácidos grasos. 

Coma pescado fresco con más frecuencia y use tantos aceites vegetales como sea posible. El alto contenido de ácidos grasos insaturados en estos dos alimentos ayuda a mantener el equilibrio de grasas, regenerar las membranas celulares y reducir la inflamación. 

Use hierbas y especias frescas, su alto contenido de oligoelementos es importante para el metabolismo de la tiroides y la inhibición de las inflamaciones. Las hierbas también promueven el sistema inmunológico y ayudan a desintoxicar el tejido.

Las toxinas como causa de inflamaciones crónicas

Además de la nutrición y el suministro de micronutrientes, la exposición a toxinas, a nivel diario, tiene un impacto en nuestro organismo. Según descubrimientos actuales, la intoxicación por metales pesados, pesticidas y compuestos organoclorados (por ejemplo, plásticos) y otras sustancias tóxicas cotidianas, puede desencadenar la inflamación de la tiroides. Esto hace que sea aún más importante mantener una dieta orgánica y un suministro de micronutrientes estable. Estos son la base de la desintoxicación y la inhibición de la inflamación. Si un preparado de micronutrientes naturales contiene extractos de hierbas desintoxicantes como ajo, ortiga o diente de león, es preferible.

También hay que mencionar el tabaco y el humo como tóxico ambiental. Fumar daña la tiroides a través de los efectos farmacológicos de la nicotina, así como a través de las numerosas toxinas del humo del cigarrillo (especialmente los benzipirenos). Además, se han detectado efectos negativos del tabaquismo pasivo, incluso para los fetos. De hecho, los fumadores suelen tener un número reducido de enzimas antioxidantes en las células (i.e. la vitamina C). Por ejemplo, la actividad de la enzima de desintoxicación «superóxido dismutasa» (SOD) está muy reducida en fumadores jóvenes.

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